miércoles, 27 de enero de 2016

Hasta ese momento la forma de gobierno de México era una república federal, pero al llegar Anastasio Bustamante al poder, se adoptó el centralismo, que consistía en que un gobierno central, en este caso desde la Ciudad de México, tomara todas las decisiones de interés para los estados, dejando sólo algunos asuntos para ser decididos en cada región.Eso ya había sucedido durante la época de la Nueva España, en que todos en el país debían acatar las órdenes del virrey, quien representaba a la Corona española.
Después de la independencia, muchos pensaban que esa forma de gobierno debía seguir existiendo en nuestro país, aunque ya sin la dominación española. Los centralistas contaban con el apoyo de la Iglesia y de algunos grupos de personas ricas.
También había el intento de regresar a la época de los fueros y privilegios, donde durante la época de la colonia algunos grupos, especialmente los militares y los eclesiásticos, habían gozado de más derechos que la mayoría de la población.
Otra cosa que defendían los centralistas era que, al ser católicos la gran mayoría de los mexicanos, no debía permitirse ninguna otra religión.
Para luchar por todas esas causas y poder organizarse mejor, tanto centralistas como federalistas formaron una especie de grupos secretos, conocidos como logias masónicas. Estos son grupos que nacieron en Europa durante la Edad Media, compuestos por personas que se ayudan mutuamente para lograr sus propósitos. Cada uno reconoce a los otros miembros del grupo como sus hermanos. Esa unión les daba poder y capacidad suficiente para influir en muchos asuntos cotidianos.


                                                           Resultado de imagen para la paz porfiriana y la centralización del poder

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